jueves, 31 de agosto de 2017

INFIERNO NACIONAL, STANISLAW PONTE PRETA


Infierno nacional


La historia aquí reproducida surgió en el folclor de Belo Horizonte y fue contada, en aquel lugar, en una versión política. No es nuestro caso. Se va a contar en su más puro estilo folclórico, sin mayores rodeos.
Era una vez un camarada que estiró la pata. Al morir no dijo nada: se fue derechito para el infierno. Al llegar allá, pidió audiencia a Satanás y le preguntó:
¿Cómo es el asunto aquí?




Satanás le explicó que el infierno estaba dividido en diversos departamentos, cada uno de ellos administrado por un país, pero el fallecido no necesitaba quedarse en el departamento administrado por su país de origen. Podía quedarse en el departamento del país que escogiera. Él agradeció mucho y le dijo a Satanás que iba a dar una vuelta para escoger su departamento.
Queda claro que salió del gabinete del diablo y se fue inmediatamente para el departamento de Estados Unidos, creyendo que allá debía ser más organizado el infiernito que le correspondería para toda la eternidad. Entró en el departamento de Estados Unidos y preguntó como era el régimen.
Quinientos latigazos por la mañana, después de pasar dos horas en un horno de 200 grados. En la tarde permanecer en una cámara frigorífica a 100 grados bajo cero hasta las tres de la tarde, y volver al horno de 200 grados.
El fallecido se convirtió en bestia y trato de irse de ahí, en búsqueda de un departamento menos riguroso. Estuvo en el de Rusia, en el de Japón, en el de Francia, pero en todos ellos era la misma cosa. Fue ahí que le informaron que todo era igual, la división en departamentos era solamente para facilitar el servicio en el infierno, pero en todos esos lugares el régimen era el mismo: quinientos latigazos por la mañana, horno de 200 grados durante el día y cámara frigorífica a 100 grados bajo cero, por la tarde.
El fallecido ya caminaba desconsolado por una calle infernal, cuando vio un departamento escrito en la puerta: BRASIL. Y notó que la fila de entrada era mayor que la de los otros departamentos. Pensó entre sus llamitas: “Aquí hay gato encerrado”. Entró en la fila y comenzó a molestar al camarada de enfrente, le preguntó por qué la fila era más larga y los que hacían la fila estaban menos tristes. El camarada de enfrente fingía que no oía, pero él insistió tanto que el otro, con miedo de que le llamaran la atención, le dijo en voz baja:
—¡Qué quede aquí entre nos, y no se lo diga a nadie más! El horno de aquí está dañado y la cámara frigorífica anda medio atrofiada. No da más de 35 grados por día.
¿Y los quinientos latigazos? preguntó el fallecido.
Ah… El sujeto encargado de ese servicio viene aquí por la mañana, marca el registro de entrada y salida y se va (Stanislaw Ponte Preta).


Después de haber leído la historia anterior responda las siguientes preguntas:

1. Nuestro héroe se fue derechito para el infierno de los Estados Unidos porque pensó que, entre más organización:
a) Mayor severidad.
b) Mayor comodidad.
c) Mayor austeridad.
d) Mayor cordialidad.

2. Teniendo en cuenta la mera y teórica división del infierno en departamentos, el derecho de opción del condenado era:
a) Interesante.
b) Benéfico.
c) Vano.
d) Peligroso.
e) Una excepcional concesión.

3. El colega de la fila del infierno brasilero le habló bajito porque:
a) Los condenados vivían con miedo unos de los otros.
b) No era interesante que la noticia se propagara.
c) Lo podían castigar por revelar el secreto.
d) El recién llegado no tenía derecho a ese infierno.
e) Todo el mundo le tenía miedo a Satanás.

4. La atención del nuevo condenado hacia el infierno brasilero la despertó:
a) El nombre de Brasil.
b) El defecto de la cámara frigorífica.
c) La conversación con el colega de la fila.
d) La explicación de Satanás.
e) La fila.

5) La expresión “Aquí hay gato encerrado” revela:
a) Seguridad.
b) Animosidad.
c) Sospecha.
d) Confianza.
e) Esperanza.

6) Una de las referencias del texto que evidencia la burocratización del infierno es (son):
a) El registro de entrada y salida.
b) La cámara frigorífica.
c) La temperatura tan alta del horno.
d) Los latigazos.
e) La calle infernal.

7) Lo que hacía menos tristes a los que estaban haciendo la fila del infierno brasilero era:
a) El tamaño de la fila.
b) La duda.
c) La esperanza de salir del infierno.
d) La delicadeza del tratamiento.
e) El descuido de la administración.

8) Eufemismo es un recurso del lenguaje mediante el cual se busca atenuar una idea chocante y desagradable contenida en una palabra o expresión. Así, por ejemplo, en lugar de decir “El alumno se rajó”, se diría, con un eufemismo, que “El alumno no fue feliz en los exámenes”. En el texto, Stanislaw Ponte Preta, con su extraordinario humor, utiliza una expresión que combina la jerga brasilera y carioca con el eufemismo. Ésta expresión suaviza la idea de:
a) Robo.
b) Embriaguez.
c) Pecado.
d) Mentira.
e) Muerte.
9) Quien va a parar al infierno va a:
a) Arder en un horno de 200 grados.
b) Permanecer en una cámara frigorífica a 400 grados bajo cero hasta las tres de la tarde.
c) Volver al horno de 200 grados.
d) Expiar porque infringió.
e) Ninguna de las anteriores.

10) La historia “Infierno nacional”:
a) Es de autoría del cronista Stanislaw Ponte Preta.
b) Es de autor desconocido.
c) Apareció en medio del pueblo, siendo, por consiguiente, de autor desconocido.
d) Es una versión, al estilo minero, de un chiste extranjero.
e) Es de autor conocido cuyo nombre es Stanislaw Ponte Preta.

11) Lea el siguiente chiste. ¿Hay alguna intertextualidad entre él y el texto de Stanislaw Ponte Preta? ¿En qué se interrelacionan?

El senador y el infierno

Un senador va tranquilamente por la calle cuando lo atropella un carro y muere. Su alma llega al paraíso y se encuentra frente a frente con san Pedro en la entrada.
—¡Bienvenido al paraíso! dice san Pedro.
Antes de que usted entre, hay un problemita. Sabe, raramente vemos parlamentarios por aquí, por lo tanto no sabemos bien qué hacer con usted.
—No tengo ningún problema, basta que me deje entrar, —dice el senador.
Me gustaría mucho, pero tengo órdenes superiores. Vamos a hacer lo siguiente:
Usted pasará un día completo en el infierno y un día en el paraíso. Después de eso, podrá escoger donde quiere pasar la eternidad.
No es necesario, ya lo decidí. Quiero quedarme en el paraíso, dice el senador.
Disculpe, pero tenemos nuestras reglas.
Así pues, san Pedro lo acompaña hasta el elevador y baja, baja, baja hasta el infierno. La puerta se abre y él se ve en medio de un lindo campo de golf.
Al fondo del club están todos sus amigos y otros políticos con los cuales había trabajado.
Todos muy felices en traje social. Lo saludan, lo abrazan y ellos comienzan a hablar sobre sus buenos tiempos en que se hicieron ricos a costillas del pueblo.
Juegan un partido relajado y después comen langosta y caviar.
Quien también está presente es el diablo, un tipo muy agradable que se la pasa todo el tiempo bailando y echando chistes.
Ellos se divierten tanto que, antes de que él se percate, ya es hora de irse.
Todos se despiden de él con abrazos y gesticulan mientras el elevador sube. Él sube, sube, sube y la puerta se abre otra vez. San Pedro lo está esperando.
Ahora es el momento de visitar el paraíso.
Él pasa 24 horas con un grupo de almas contentas que andan de nube en nube, tocando arpas y cantando. Todo va muy bien y, antes de que se percate de ello, el día se acaba y san Pedro retorna.
¿Y entonces? Usted ya pasó un día en el infierno y otro en el paraíso. Ahora escoja su casa eterna.
Él lo piensa mucho y responde:
Mire, yo nunca pensé… El paraíso es muy bueno, pero yo creo que me voy a quedar mejor en el infierno.
Entonces san Pedro lo lleva de vuelta al elevador y baja, baja, baja hasta el infierno. La puerta se abre y él se ve en medio de un enorme terreno baldío lleno de basura. Ve a todos sus amigos con las ropas rasgadas y sucias recogiendo escombros en lonas negras. El diablo va a su encuentro y le pasa brazo por el hombro.
No estoy entendiendo —gaguea el senador—, ayer mismo yo estuve aquí y había un campo de golf, un club, langosta, caviar, y nosotros bailamos y nos divertimos todo el día. ¡Ahora solo veo el fin del mundo lleno de basura y mis amigos arrastrados!
El diablo lo mira, sonríe irónicamente y le dice:
—Ayer estábamos en campaña. Ahora, ya conseguimos su voto…[1]

12. Producción textual.
a) Inspirándose en el texto de Stanislaw Ponte Preta, cree una historia en la que el personaje, un extranjero, va a Brasil y se depara con hechos que hacen que ese país sea “Un infierno nacional”. Imagine su espanto, las conclusiones a las que llega sobre el Brasil y su pueblo y las situaciones incomodas que vive a raíz de eso[2].















[1] Recuperado de <http://www.piadasnet.com/piada1180politicos.htm>. Acceso: 2017.7.31.
[2] Recuperado de: <http://atividadeslinguaportuguesa.blogspot.com.co/2014/10/inferno-nacional-stanislaw-ponte-preta.html>. Acceso: 2017.7.31.

lunes, 28 de agosto de 2017

El pintor


El pintor

Un hombre llamó a un pintor y le dijo:
¿Ves el techo?
Sí, lo estoy viendo, dijo el pintor.
Píntalo de azul.
El pintor tomó un poco de pintura azul y pintó el techo.
—¿Está bien así? Preguntó.
No, no está bien, dijo el hombre— ese azul no me gusta… Quisiera un azul verdaderamente azul, ¿me entiendes?
—Lo intentaré, —dijo el pintor, con paciencia y preparó una pintura azul brillante, y repintó el techo.
—¿Está bien ahora?
—No, no está bien… Yo quería un azul… Un azul como el del cielo, ¿lo has entendido?
—He comprendido, —dijo el pintor, y preparó un color azul celeste, y repintó el techo por tercera vez.
—¿Así está bien? —Preguntó en resumidas cuentas.
—No tanto, —dijo el hombre—. El azul está bien, pero no hay nubes, los pájaros…
El pintor, que también era un poco artista, tomó pinturas de varios colores, pinceles pequeños, y repintó en el techo las nubes y los pájaros en vuelo. Después dijo:
—¿Está bien ahora?
—No lo sé… No me parece… —respondió el hombre.
—Hay algo que no va: las nubes están muy quietas, y los pájaros no se mueven…
El pintor, que era también un poco albañil tomó las herramientas, y comenzó a quitar el tejado, y el techo de la casa.
—¿Qué haces? —preguntó el hombre.
—Espera y lo verás, —respondió el pintor.
Y desclava, arranca, asierra, saca, demuele: en poco quitó el techo, y encima de él se veían el azul del cielo, las nubes en movimiento y los pájaros echando vuelo.
—¿Está bien así? —preguntó el pintor.
—Sí, está bien… ¡Qué lindas nubes! ¡Cuántos pájaros! Es exactamente el techo que quería… Pero…
—¿Pero qué?
—Pero, cuando llueva, ¿qué haré? —dijo el hombre.
—Aquí tienes, —dijo el pintor, que también era un poco paragüero, y le dio un bellísimo paraguas azul: azul como el cielo, como el agua, como el mar cuando es azul[1].





Después de la lectura de la fábula “El pintor” responde las siguientes preguntas:

1. El relato habla de:
(a). Un carpintero
(b). Un marinero.
(c). Un pintor.

2. Al comienzo del relato un hombre quiere:
(a). Pintar el piso de su casa.
(b). Pintar las paredes de su casa.
(c). Pintar el techo de su casa.

3. ¿Cuál es el color que ha elegido el hombre para la pintura:
(a). Azul.
(b). Azul celeste.
(c). Azul rey.

4. ¿Por qué el hombre no está contento con el trabajo del pintor?
(a). Porque el hombre quiere un color más parecido al cielo.
(b). Porque el hombre quiere un color más oscuro.
(c). Porque el hombre quiere un color más claro.

5. ¿Qué pinta el pintor con colores de varios colores?
(a). Nubes y aviones en vuelo.
(b). Pájaros y aviones en vuelo.
(c). Nubes y pájaros en vuelo.

6. ¿Por qué el hombre está aún insatisfecho?
(a). Porque hay pocos pájaros.
(b). Porque los pájaros no se mueven.
(c). Porque las nubes no son lo suficientemente blancas.

7. El pintor rompe el techo y el tejado para:
(a). Sacarle la rabia al hombre.
(b). Construir otro cielo raso.
(c). Contentar al hombre.

8. ¿Por qué razón el pintor le da al hombre un paraguas?
(a). Porque el hombre le ha pedido prestado uno.
(b). Porque sin el techo la lluvia entrará en la habitación.
(c). Porque quiere uno.

9. ¿En qué orden suceden los hechos en la fábula?
(a). 1. El pintor pinta el cielo raso de azul; 2. El pintor pinta nubes y pájaros; 3. El pintor rompe el muro.
(b). 1. El pintor rompe el muro; 2. El pintor pinta nubes y pájaros; 3. El pintor pinta el cielo raso de azul.
(c). 1. El pintor pintas nubes y pájaros; 2. El pintor pinta el cielo raso de azul; 3) El pintor rompe el muro.

10. ¿Cuál es la moraleja de la fábula?



 










[1] Piumini, Roberto y Altan, Francesco (s. d.) Mi leggi un’altra storia? En: Chiappini, Loredana y Filippo, Nuccia de (2005). Un giorno in Italia 2. Corso di italiano per stranieri. Roma: Bonacci Editore.