Infierno nacional
La historia aquí reproducida
surgió en el folclor de Belo Horizonte y fue contada, en aquel lugar, en una
versión política. No es nuestro caso. Se va a contar en su más puro estilo
folclórico, sin mayores rodeos.
Era una vez un camarada que
estiró la pata. Al morir no dijo nada: se fue derechito para el infierno. Al
llegar allá, pidió audiencia a Satanás y le preguntó:
—¿Cómo es
el asunto aquí?
Satanás le explicó que el
infierno estaba dividido en diversos departamentos, cada uno de ellos
administrado por un país, pero el fallecido no necesitaba quedarse en el
departamento administrado por su país de origen. Podía quedarse en el
departamento del país que escogiera. Él agradeció mucho y le dijo a Satanás que
iba a dar una vuelta para escoger su departamento.
Queda claro que salió del
gabinete del diablo y se fue inmediatamente para el departamento de Estados
Unidos, creyendo que allá debía ser más organizado el infiernito que le
correspondería para toda la eternidad. Entró en el departamento de Estados
Unidos y preguntó como era el régimen.
—Quinientos
latigazos por la mañana, después de pasar dos horas en un horno de 200 grados.
En la tarde permanecer en una cámara frigorífica a 100 grados bajo cero hasta
las tres de la tarde, y volver al horno de 200 grados.
El fallecido se convirtió en
bestia y trato de irse de ahí, en búsqueda de un departamento menos riguroso.
Estuvo en el de Rusia, en el de Japón, en el de Francia, pero en todos ellos
era la misma cosa. Fue ahí que le informaron que todo era igual, la división en
departamentos era solamente para facilitar el servicio en el infierno, pero en
todos esos lugares el régimen era el mismo: quinientos latigazos por la mañana,
horno de 200 grados durante el día y cámara frigorífica a 100 grados bajo cero,
por la tarde.
El fallecido ya caminaba
desconsolado por una calle infernal, cuando vio un departamento escrito en la
puerta: BRASIL. Y notó que la fila de entrada era mayor que la de los otros
departamentos. Pensó entre sus llamitas: “Aquí hay gato encerrado”. Entró en la
fila y comenzó a molestar al camarada de enfrente, le preguntó por qué la fila
era más larga y los que hacían la fila estaban menos tristes. El camarada de
enfrente fingía que no oía, pero él insistió tanto que el otro, con miedo de
que le llamaran la atención, le dijo en voz baja:
—¡Qué quede
aquí entre nos, y no se lo diga a nadie más! El horno de aquí está dañado y la
cámara frigorífica anda medio atrofiada. No da más de 35 grados por día.
—¿Y los
quinientos latigazos? —preguntó
el fallecido.
—Ah… El
sujeto encargado de ese servicio viene aquí por la mañana, marca el registro de
entrada y salida y se va (Stanislaw Ponte
Preta).
Después
de haber leído la historia anterior responda las siguientes preguntas:
1.
Nuestro héroe se fue derechito para el infierno de los Estados Unidos porque
pensó que, entre más organización:
a) Mayor severidad.
b) Mayor comodidad.
c) Mayor austeridad.
d) Mayor cordialidad.
2.
Teniendo en cuenta la mera y teórica división del infierno en departamentos, el
derecho de opción del condenado era:
a) Interesante.
b) Benéfico.
c) Vano.
d) Peligroso.
e) Una excepcional concesión.
3.
El colega de la fila del infierno brasilero le habló bajito porque:
a) Los condenados vivían con
miedo unos de los otros.
b) No era interesante que la
noticia se propagara.
c) Lo podían castigar por revelar
el secreto.
d) El recién llegado no tenía
derecho a ese infierno.
e) Todo el mundo le tenía miedo a
Satanás.
4.
La atención del nuevo condenado hacia el infierno brasilero la despertó:
a) El nombre de Brasil.
b) El defecto de la cámara
frigorífica.
c) La conversación con el colega
de la fila.
d) La explicación de Satanás.
e) La fila.
5)
La expresión “Aquí hay gato encerrado” revela:
a) Seguridad.
b) Animosidad.
c) Sospecha.
d) Confianza.
e) Esperanza.
6)
Una de las referencias del texto que evidencia la burocratización del infierno
es (son):
a) El registro de entrada y
salida.
b) La cámara frigorífica.
c) La temperatura tan alta del
horno.
d) Los latigazos.
e) La calle infernal.
7)
Lo que hacía menos tristes a los que estaban haciendo la fila del infierno
brasilero era:
a) El tamaño de la fila.
b) La duda.
c) La esperanza de salir del
infierno.
d) La delicadeza del tratamiento.
e) El descuido de la
administración.
8)
Eufemismo es un recurso del lenguaje mediante el cual se busca atenuar una idea
chocante y desagradable contenida en una palabra o expresión. Así, por ejemplo,
en lugar de decir “El alumno se rajó”, se diría, con un eufemismo, que “El
alumno no fue feliz en los exámenes”. En el texto, Stanislaw Ponte Preta, con
su extraordinario humor, utiliza una expresión que combina la jerga brasilera y
carioca con el eufemismo. Ésta expresión suaviza la idea de:
a) Robo.
b) Embriaguez.
c) Pecado.
d) Mentira.
e) Muerte.
9)
Quien va a parar al infierno va a:
a) Arder en un horno de 200
grados.
b) Permanecer en una cámara
frigorífica a 400 grados bajo cero hasta las tres de la tarde.
c) Volver al horno de 200 grados.
d) Expiar porque infringió.
e) Ninguna de las anteriores.
10)
La historia “Infierno nacional”:
a) Es de autoría del cronista
Stanislaw Ponte Preta.
b) Es de autor desconocido.
c) Apareció en medio del pueblo,
siendo, por consiguiente, de autor desconocido.
d) Es una versión, al estilo
minero, de un chiste extranjero.
e) Es de autor conocido cuyo
nombre es Stanislaw Ponte Preta.
11) Lea el siguiente chiste. ¿Hay
alguna intertextualidad entre él y el texto de Stanislaw Ponte Preta? ¿En qué
se interrelacionan?
El
senador y el infierno
Un senador va tranquilamente por
la calle cuando lo atropella un carro y muere. Su alma llega al paraíso y se
encuentra frente a frente con san Pedro en la entrada.
—¡Bienvenido
al paraíso! —dice san
Pedro.
—Antes de que
usted entre, hay un problemita. Sabe, raramente vemos parlamentarios por aquí,
por lo tanto no sabemos bien qué hacer con usted.
—No
tengo ningún problema, basta que me deje entrar, —dice el senador.
—Me gustaría
mucho, pero tengo órdenes superiores. Vamos a hacer lo siguiente:
—Usted
pasará un día completo en el infierno y un día en el paraíso. Después de eso,
podrá escoger donde quiere pasar la eternidad.
—No es necesario,
ya lo decidí. Quiero quedarme en el paraíso, —dice el
senador.
—Disculpe,
pero tenemos nuestras reglas.
Así pues, san Pedro lo acompaña
hasta el elevador y baja, baja, baja hasta el infierno. La puerta se abre y él
se ve en medio de un lindo campo de golf.
Al fondo del club están todos sus
amigos y otros políticos con los cuales había trabajado.
Todos muy felices en traje
social. Lo saludan, lo abrazan y ellos comienzan a hablar sobre sus buenos
tiempos en que se hicieron ricos a costillas del pueblo.
Juegan un partido relajado y
después comen langosta y caviar.
Quien también está presente es el
diablo, un tipo muy agradable que se la pasa todo el tiempo bailando y echando
chistes.
Ellos se divierten tanto que,
antes de que él se percate, ya es hora de irse.
Todos se despiden de él con
abrazos y gesticulan mientras el elevador sube. Él sube, sube, sube y la puerta
se abre otra vez. San Pedro lo está esperando.
Ahora es el momento de visitar el paraíso.
Él pasa 24 horas con un grupo de
almas contentas que andan de nube en nube, tocando arpas y cantando. Todo va
muy bien y, antes de que se percate de ello, el día se acaba y san Pedro
retorna.
—¿Y
entonces? Usted ya pasó un día en el infierno y otro en el paraíso. Ahora
escoja su casa eterna.
Él lo piensa mucho y responde:
—Mire, yo
nunca pensé… El paraíso es muy bueno, pero yo creo que me voy a quedar mejor en
el infierno.
Entonces san Pedro lo lleva de
vuelta al elevador y baja, baja, baja hasta el infierno. La puerta se abre y él
se ve en medio de un enorme terreno baldío lleno de basura. Ve a todos sus
amigos con las ropas rasgadas y sucias recogiendo escombros en lonas negras. El
diablo va a su encuentro y le pasa brazo por el hombro.
—No estoy
entendiendo —gaguea el senador—, ayer
mismo yo estuve aquí y había un campo de golf, un club, langosta, caviar, y
nosotros bailamos y nos divertimos todo el día. ¡Ahora solo veo el fin del
mundo lleno de basura y mis amigos arrastrados!
El
diablo lo mira, sonríe irónicamente y le dice:
—Ayer
estábamos en campaña. Ahora, ya conseguimos su voto…[1]
12. Producción textual.
a) Inspirándose en el texto de
Stanislaw Ponte Preta, cree una historia en la que el personaje, un extranjero,
va a Brasil y se depara con hechos que hacen que ese país sea “Un
infierno nacional”. Imagine su espanto, las conclusiones a las que llega sobre
el Brasil y su pueblo y las situaciones incomodas que vive a raíz de eso[2].